Y digo yo
En mi juventud ya leía que los excedentes de producción se gastaban en muchas cosas y asuntos; podía hacerse la educación un bien accesible a todos, construir autopistas públicas o gastárselo en “caprichos”, incluso en guerras.
Algo tan simple solamente puede ser objeto de mil críticas… pero bueno, aceptemos que sea una aproximación , grosera, pero aproximación.
Ahora la cosa va de países: EEUU importa mucho producto de China y le paga por ello; a China le viene muy bien, tiene superavit en su balanza comercial!. Tanto es así que le presta dinero a EEUU –o le compra su deuda, que da igual-.
No habría problema si el que presta estuviera dispuesto a perderlo y empezar de nuevo el ciclo, ¡tan divertido!: unos trabajando de más para que otros consuman por encima de la cabeza!.
Algo sabemos en España de esto.
Bueno pues la cosa es que, por un lado este sistema no es soportable y en segundo lugar que la competencia viene a la casa. Me explico.
Los fruteros de esta ciudad ganaban un dinero ejerciendo su oficio. Estaban bien pagados?. Bueno, ahora han venido personas de Pakistan y han creado una red de fruterías: el personal va a comprarles pues es fruta comprada aquí, más barata y los comercios están abiertos muchas horas.
De forma que el cambio es cualitativo: no se trata de que se importe fruta y esta sea más barata; es que los costes del oficio parece que pueden reducirse considerablemente. De forma que los fruteros de veinte generaciones tienen que cambiar de oficio.
Podrá decirse: es un caso aislado. Pues no, no es un caso aislado. Por ejemplo: ciudadanos venidos de Oriente han dejado de abrir restaurantes “chinos” para hacerlos normalitos (tortilla de patatas y cebolla, vamos).
A lo mejor no solamente el pequeño comercio acusa la competencia interna… a lo mejor todos estamos sobrevalorados…
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